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20.12.13

Que la Fuerza te acompañe




Marcos Salomón

En el último partido del año de Chaco For Ever, la policía nada hizo para evitar incidentes en la cancha. La misma pasividad mostró ante los saqueos en Resistencia. El sur, donde ocurrieron las dos muertes y no hay ningún súper de las grandes cadenas, era zona liberada. El festejo de los hinchas de San Lorenzo, en el mástil de la 9 de Julio, se vio alterado por la irrupción de la Infantería, que avanzó sobre los asustados simpatizantes cuervos

Luego de que los festejos por los 30 años de democracia quedaran acuartelados en algunas comisarías del país, con dos muertes como saldo en Chaco, es oportuno repasar algunas situaciones –por llamarlas así– en las que actuaron los uniformados, antes y después de las 72 horas de angustia chaqueña.
Uno. El sábado, justo antes del domingo negro, en el último partido del año que jugó Chaco For Ever en su cancha de la avenida 9 de Julio, los barrabravas, molestos con el resultado, comenzaron a romper el alambrado de la cancha, con el claro objetivo de forzar la finalización del partido de fútbol.
Todo sucedía ante la pasiva mirada del megaoperativo montado por la policía, y totalmente pagado –en efectivo– por el propio club chaqueño. Como los barrabravas, los hinchas continuaron mostrando lo peor de sí, pidiendo que la policía reprimiera (cagara a palos) a los “inadaptados de siempre”.
Pero los policías no se movían. Ante tanta pasividad, Aldo Visconti, número 9 de For Ever, capitán y referente del equipo, hizo las veces de improvisado jefe de seguridad para intentar que el partido continuara. Pero la suerte estaba echada. Y algunos barrabravas saltaron directamente al estadio para quedarse con algún suvenir: camiseta, pantalón, medias, lo que sea.
Como atornillados al suelo, los policías miraban cómo el Flaco se defendía y lograba zafar de los barrabravas. Entonces, valientes, actuaron: lo agarraron (literalmente) al jugador, cual delincuente, y trataron de sacarlo del lugar a la rastra. En ese momento, el escarnio contra la policía bajó de toda la cancha: por un lado, por pasivos; por el otro, por casi atacar al ídolo local.
No conformes con eso, cuando el público se retiraba del estadio, la Policía Montada cargó contra la barrabrava. Tras avanzar sobre la multitud unos 30 a 50 metros, después tuvo que replegarse el doble ante las hordas forevistas.
Dos. La misma pasividad mostró la fuerza durante los robos perpetrados en Resistencia, mientras en Sáenz Peña un policía fue declarado prófugo por la Justicia, acusado de alentar y participar en los robos que sucedieron en la segunda ciudad del Chaco.
No es casual que los robos, las dos muertes y el atentado contra el automóvil de un periodista tuvieran como epicentro la zona sur de Resistencia, donde no hay cadenas de supermercados multinacionales ni empresas de grandes marcas, solo negocios familiares, mercados de barrio y centro de compra, que lejos está de ser considerado un shopping o una galería comercial.
En esa populosa parte de la ciudad, donde tienen jurisdicción las comisarías 5ª y 7ª, es un rumor a gritos que hubo zona liberada. Y es un hecho que ninguna de las grandes cadenas nacionales o multinacionales fue atacada.
Tres. Como perros, lamiéndonos las heridas, llegamos al fin de semana en que se definió el campeonato de primera división del fútbol argentino –y todo el mundo sabe que el fulbo es el mejor narcótico contra cualquier mal nacional–. Salió campeón San Lorenzo –lo que significó un alivio para el cronista, aunque su corazón no sea santo ni su pájaro un cuervo–.
En fin, como sucede habitualmente con cualquier festejo tipo logro deportivo, los hinchas resistencianos de San Lorenzo ganaron el mástil mayor de la ciudad (justo en el nacimiento de la avenida 9 de Julio), en pleno microcentro.
Tras festejar, cantar y abrazarse, unos 200 hinchas, hombres, mujeres, adolescentes y niños, dieron la tradicional vuelta olímpica a la plaza central 25 de Mayo. Mientras todo sucedía, la policía se limitaba a custodiar.
De pronto, sin mediar advertencia alguna, apareció la Infantería, con escudos, garrotes, cascos. En definitiva, listos para reprimir ladrones. Graciosamente, algún hincha creyó que se equivocaron de día y llegaron tarde para prevenir los saqueos. Otros trataron de explicar que el festejo era en paz, que no se rompió ni violentó la sagrada propiedad privada ni que la intención era terminar como los festejos por el día del hincha de Boca Juniors en Ciudad Autónoma.
Nada importó, la Infantería avanzó sobre los asustados e indignados hinchas de San Lorenzo, que retrocedieron sin parar de cantar su canto de victoria. ¿El festejo implica peligro? O ¿hay que parar de festejar?
Por eso, chaqueño, chaqueña, argentino, argentina, cada vez que dudes, desesperes y te deprimas, una voz devolverá su confianza: “Que la Fuerza te acompañe”. 

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