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15.1.12

Chávez


Hernán Álvarez

Lo que ocurre es portentoso. Impresiona un hecho ejemplar de humanidad política mundial. Televisa
Telesur, en directo para todos los cables que no la censuran. Hugo Chávez no para de hablar desde hace cuatro o cinco horas. Es una asamblea en la que el presidente de Venezuela debe dar su “memoria y cuenta” de gestión de gobierno.

El lugar: un teatro repleto con dos o tres mil personas.Todos tienen derechos a pedir la palabra. Los opositores están presentes. En cualquier momento cualquiera de ellos puede insultarlo.
Chávez no para de dar números y más números del crecimiento de la economía y del desarrollo social de Venezuela. Los números no son los mismos que los de los años 90 cuando el liberalismo hacía de las suyas en la tierra de Bolívar. Todo es récord en Venezuela, aunque Chávez aclara: “Tenemos que acelerar nuestra industria petroquímica”. Luego habla de su proyecto para fundar una nueva ciudad en la que serán pioneros los jóvenes sin trabajo que salen de la universidad y que necesitan ser capacitados para emprender profesiones petroleras en el Orinoco.
De pronto, Chávez permite que una diputada derechista lo interrumpa. Se confirma la sospecha. La diputada toma el micrófono (es una asamblea) y lo insulta: “Mentiroso y ladrón, deje de mentir, señor presidente”. La gran mayoría se levanta y le pide que se calle. La diputada vuelve a decirle “usted es un ladrón”. Chávez le pide al público que se calle y la deje hablar.
Chávez la escucha y luego le responde: “Usted me llamó ladrón y así no se debate. Usted no está en el ranking de los que debaten conmigo, pero la respeto”.
Ya se sabe: mañana la Sociedad de Diputados de Derecha o la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) repudiarán al “dictador” Chávez por su actitud ante la diputada opositora. Unos 45 o 50 minutos después de tanto insistir una diputada chavista consigue que Chávez la vea levantar sus manos y logra tener la palabra. Pide una sanción para la derechista que insultó al presidente (no hay sanciones para este tipo de actos en Venezuela). Y expresa enfáticamente: “Sabe qué ocurre, señor presidente: cada vez que a usted lo insultan, lo hacen porque saben que nadie los castigará. Porque cada vez que a usted lo insultan, usted le responde: que Dios te perdone”.
La mujer chavista insiste: “Tiene que haber una sanción para quien en esta asamblea insulte al presidente de la República”. El público se levanta, aplaude y apoya la moción. Pero ya se sabe: Chávez considera inapropiada la propuesta de su aliada y pide “poner la otra mejilla para seguir adelante con el proyecto nacional bolivariano”.
Este es el presidente que se somete a una asamblea con legisladores oficialistas y opositores donde todos pueden pedir la palabra y hablar. Hay varios micrófonos repartidos en la enorme sala.
Este es el Chávez “dictador, populista y hegemónico” que se somete a rendir cuentas y se expone a los insultos, agravios y otros improperios.
Y esa es la derecha que agrede libremente y sin pudor, y que luego denuncia falta de libertad de expresión y llama a destituir a presidentes democráticos.
Faltan ocho minutos para las 12 de la noche en la Argentina. Chávez sigue hablando. Números tras números, proyectos y más proyectos. Telesur televisa sin cortar. Chávez recuerda a Bolivar, Perón, Fidel, al Che, Kirchner. Anuncia un plan para el desarme de la sociedad venezolana. Ya son las 12,05 de la noche. Es viernes. Chávez no para de hablar.

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